Los territorios de España y Portugal, junto con el del principado de Andorra, constituyen la península Ibérica.
España con 504.750 km2 y más de 37 millones de habitantes, presenta por la tanto los caracteres geográficos que son propios del conjunto.
Es uno de los países ideales para el turismo como puerta de entrada a Europa, principalmente para los países de habla hispana.
La península ibérica, pequeño continente, como se ha dicho tantas veces, se encuentra en el extremo sudoeste de Europa, en punta de lanza hacia el Atlántico y mirando hacia las tierras americanas.
Soldaba a Europa por el istmo pirenaico. Apenas 14 km la separan del continente africano a través del estrecho de Gibraltar. Es tierra de encrucijada, donde convergen las diversas influencias.
Geografía de España
Desde el punto de vista estrictamente geográfico, España destaca por su variedad, tanto en paisajes naturales como en condiciones climáticas que en cierta manera los originan o rigen.
En su conjunto, es la tierra más meridional de Europa. En muchos aspectos es un ambiente subtropical. Y ello se revela en una serie de circunstancias físicas (climas, suelos vegetación, etc.) y humana que la otorgan unas características realmente peculiares.
Es una tierra de morfología variadísima. En el centro domina un bloque mesetario macizo, extenso y bastantemente elevado sobre el nivel del mar. En la periferia dominan cadenas de montañas, la mayor parte surgidas durante el plegamiento alpino. Entre éstas y los rebordes mesetarios se extienden en España dos grandes depresiones que coinciden con dos cuencas fluviales.
España es un país montañoso, desde cualquier punto del país se avizora más o menos lejos la cumbre de algún monte. En el norte de España, y de oeste a este, destacan el Macizo Galaico, la Cordillera Cantábrica y los Montes Vascos.
El Macizo Galaico está formado en general por rocas cristalinas y metafóricas (cabeza de manzaneda, 1778 m). En la cordillera cantábrica, donde se ubican las cuencas hulleras más ricas de España (Asturias), se alcanza la máxima altitud de la orla norteña: 2648 m en los picos de Europa. Más al este, los montes Vascos, de menor altitud, enlazan ya con los pirineos.
Estos se yerguen entre España y Francia en el sector oriental de la península. Son montañas jóvenes, pertenecientes a la orogénesis alpinas (terciario). Se extienden
Desde el mar Cantábrico (Oeste), hasta el Mediterráneo (Este). Se suelen dividir en pirineos occidentales, centrales y orientales. Alcanza su altitud máxima en la parte central (pico de Aneto, 3404 m).
A lo largo del mediterráneo y entre los pirineos orientales y el sistema Ibérico, en su sección oriental, se encuentra la cordillera costera catalana, que comprenden algunas fosas tectónicas longitudinales.
El Montseny con 1712 metros, es la montaña más alta.
Montserrat, con su extraña morfología sobre todo conglomerados, forma también parte de este sistema.
En el sur de la península, en Andalucía, se yergue el sistema Penibético, en dirección general sudoeste- noroeste. Cuenta con una morfología de grandes corrimientos, alcanza el récord de altitud de la España peninsular (Mulhacén, 3478 m). la montaña más alta de España es el pico de Teide( 3710 m ) en las Canarias.
El sistema Ibérico se alza en el borde oriental de la meseta y se extiende en dirección general noroeste- sudeste, más o menos paralelo a la depresión del Ebro. Se trata de un sistema con predominio de formas tabulares, cortadas a veces por valles fluviales y fosas tectónicas. Su máxima cumbre es el Moncayo, de 2313 m.
La sierra morena, que constituye el reborde meridional de la meseta, es de altitud moderada (sierra de Aracena, 1035 m ) se extiende hacia el norte de la depresión del Guadalquivir, a la que domina con una vertiente bastante abrupta; la vertiente que mira a la meseta es más suave.
En el interior de la meseta, finalmente, observamos dos aristas montañosas, el sistema central y los montes de Toledo, que mantienen una dirección general este oeste. Se trata de horsts surgidos por el contragolpe de la orogénesis alpina. Los materiales que los constituyen pertenecen, pues, en buena parte al zócalo mesetario.
El sistema central alcanza los 2592 m de altitud en el pico de Almanzor y divide la meseta en dos mitades. Los montes de Toledo, al sur, y más o menos paralelos al sistema anterior, tienen menor altitud (sierra de Guadalupe, 1601 m).
Ríos de España
En España, los ríos cantábricos y algunos atlánticos de la región gallega, se caracteriza por tener un régimen pluvial o pluvionival. El ritmo estacional del caudal de las aguas guardas indudablemente cierto equilibrio.
Sus estiajes no pueden compararse de ningún modo con los de otras regiones de España. Los ríos del interior y del área mediterránea presentan estiajes más acusados. Su régimen, a menudo pluvial, es también menos equilibrado.
En la estación veraniega, muchos ríos mediterráneos se convierten en verdaderos valles secos, como los atestiguan muchas denominaciones de la toponimia local: rio seco, riu sec, etc. En la estación de las lluvias resultan muy peligrosos, a causa de sus súbitas crecidas.
Entre las arterias más importantes del territorio español, a juzgar por su longitud, caudal y extensión de la cuenca donde se hallan ubicados, destacan el Miño y el Sil en Galicia; los ríos mesetarios propiamente dichos, que son el Duero (submeseta superior), el tajo y el Guadiana (sub meseta inferior), el Guadalquivir, el Ebro (en sus cuencas homónimas) y, en el área mediterránea, el Júcar y el segura. En general, tienen un caudal modesto.
Vegetación de España
La vegetación natural depende en gran manera de las condiciones climáticas que reinan en una zona considerada; intervienen así mismo, otros elementos, como el suelo, el roquedo, la disposición morfológica y también la influencia del hombre.
En España, la vegetación presenta en conjunto las diferencias zonales que ya veíamos en el clima. Hemos e hablar, pues de la vegetación natural correspondiente a la España húmeda y a la que corresponde a la España seca.
En el norte, regiones cántabras y gallegas, la vegetación se adapta a una pluviosidad abundante. Prados y bosques se extienden por doquier; son los típicos bosques de caducifolios, donde crecen numerosos los robles.
En los matorrales dominan los brezos, los helechos y los tojos. Algunas especies no características de la zona (eucaliptos, encinas y pinos, por ejemplo) han sido introducidas por el hombre en época reciente.
En la España seca, por el contrario, la vegetación se adapta a un clima seco, y lo hace de diferentes maneras, con raíces muy largas, con hojas pequeñas y coriáceas, con espina, la encina es uno de los árboles característico de la España seca, pero las talas excesivas han hecho que sea reemplazada en muchos casos por una especie degradada. Las coníferas, en diferentes variedades, abundan relativamente.
En el matorral mediterráneo destacan el maquis y la garriga, sobre terrenos silíceos y calcáreos respectivamente.
Se dice que las ardillas, saltando de árbol en árbol, podían ir en tiempos remotos, desde los pirineos hasta Gibraltar, queriendo demostrar así que en España, antes, había una vegetación arbórea mucho más densa que la actual.
Y ello a pesar de los suelos salinos, a pesar de la aridez, a pesar de la lluvia escasa. Sin ser tan crédulos, pues está hipótesis parece desconocer el marco natural, harto difícil, debemos insistir en la culpabilidad colectiva de los españoles por no haber respetado, a lo largo de los tiempos, el manto vegetal.
Las consecuencias han sido graves. Muchas zonas del territorio español se han convertido de hecho en paisajes inhóspitos, estériles, en verdaderos eriales. Pero no podemos engañarnos. Si no se toman medidas precursoras, a nivel colectivo y nacional, el erial ganará terreno de manera inexorable.
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