Tiendas. Evolución de los comercios.



A lo largo de la avenida encontramos un comercio de muebles, un almacén de calzado, una discoteca, una librería. ¿Por qué estarán precisamente ahí estos comercios?.

En los escaparates vemos diferentes productos de procedencia diversa: muebles, zapatos, vestidos, libros ¿Qué camino han recorrido estos productos? ¿Qué razones mueven a la gente para que vaya de compras?

Detrás de las costumbres consumistas se esconden en realidad, todos los problemas del comercio, en particular los que conciernen a la distribución de los diferentes productos.

La leche y el pan, que compramos cotidianamente, no justifican un largo desplazamiento. En cambio, la compra de un equipo de sonido no se puede hacer a la ligera: hace falta comparar los precios y la calidad de los productos ofrecidos en lugares diferentes y dedicar el tiempo necesario a los desplazamientos.

La importancia de la compra determina, pues, la distancia que el consumidor está dispuesto a recorrer para adquirir la mercancía buscada: los bienes de primera necesidad se compran en los lugares más cercanos; los bienes caros, donde mejor nos parece.

Sin embargo, se ha de hacer una observación a propósito de los productos de consumo: la refrigeración y los progresos del embalaje permiten conservar estos productos; modifican en consecuencia, las actitudes de los consumidores.

Otro ejemplo: para comprar vestidos, a menudo acudimos al centro de la ciudad. Estos diferentes comportamientos influyen también sin duda, en el emplazamiento de los comercios.

Los comercios

Los comercios especializados prefieren establecerse en una ciudad y no en un pueblo. Se crea sí una jerarquía del comercio que depende a la vez de la frecuencia de las compras, del precio, de los productos, de la dimensión de las localidades y de la densidad demográfica del lugar.

El caso de las ciudades difiere poco del sistema propio del campo. La estructura del comercio es tanto más compleja cuanto mayor sea la ciudad. Puesto que la densidad es más fuerte, el número de comercios en una superficie determinada será también mayor.



Pero también hay una jerarquía: los comercios muy especializados, las “boutiques”, los grandes almacenes en el corazón de la ciudad, mientras que los almacenes de alimentación se encuentran junto a los barrios de viviendas; así mismo, los almacenes de muebles, de aparatos electrodomésticos, de autos se desplazan cada vez más del centro de la ciudades.

En la sociedad campesina primitiva, sólo se compraba un número escaso de productos: sal, especias, algo de ropa, quizás algún utensilio.

Estos intercambios se efectuaban en el marco de mercado periódicos. Unos pocos comerciantes bastaban para asegurar la relación entre fabricante y consumidor.

Las cosas son muy diferentes en nuestra sociedad moderna, caracterizada por la vida urbana. En ella todo debe comprarse: productos alimentarios, ropa, aparatos electrodomésticos. Por otra parte, la elevación del nivel de vida de los países industrializados, casi constante, ha provocado un fuerte aumento de las compras de productos no alimentarios. Las ferias periódicas han sido reemplazadas por comercios sedentarios cada vez más especializados.


La mejora de las vías y redes de comunicación, así como la aceleración del ritmo de la vida, han favorecido a los comercios que pueden ofrecer una amplia gama de productos.

Los grandes almacenes, en primer lugar, y más tarde los supermercados y centros comerciales se han multiplicado por doquier.




Cuando las comunicaciones resultaban lentas y difíciles, los mayoristas eran numerosos: mayoristas locales, regionales o nacionales aseguraban el transporte de los productos.

Cuando las relaciones a larga distancia se hicieron más rápidas y más racionales, su número y su importancia disminuyó. Muchos de estos intermediarios han desaparecido completamente: los gigantescos centros comerciales modernos aprovisionan, en grandes cantidades, en los mismos lugares de producción. A veces, los mismo fabricantes crean su propia red de distribución.


Formas de venta

Desde la segunda mitad del siglo XIX, en Europa y en América del Norte, los comercios privados han sufrido la competencia de nuevas formas de venta. En algunas cooperativas de consumo, por ejemplo los consumidores son también “propietario” del comercio. La finalidad de estas empresas es la obtención de beneficios sino procurar a sus miembros unas condiciones de venta ventajosas.

En los centros de las ciudades han aparecido los grandes almacenes con múltiples secciones. Su característica es que reúnen en el interior de un único comercio los productos más diversos: alimentario, ropa, muebles, etc.

A partir del comienzo del siglo XX, proliferaron los almacenes con múltiples sucursales. Al principio se consideraron independientes de cualquier cadenas de compras, pero sus relaciones cada vez más estrechas con los mayoristas les hicieron perder su independencia.

Este movimiento se vio acelerado cuando en 1912, aparecieron los primeros comercios de autoservicio en Estados Unidos. La moda de los autoservicios se extendió rápidamente por Europa e hizo desaparecer a muchos comercios tradicionales.

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